lördag, januari 06, 2007

Dejarlo para después

Hasta cierta medida creo que sigo siendo víctima de la procrastinación, es decir, el hábito de evadir obligaciones consideradas tediosas, aburridas y estresantes. Por ejemplo, justo ayer entregué un examen para el que me habían dado cerca de 2 semanas para escribir, sin embargo no fue que pasé escribiendo o repasando el material de referencia, sino que más bien me dediqué a descansar, dormir todo lo que pude durante esos días sin clases, celebrar la navidad y el fin de año comiendo montones de delicias, en fin.

Esto de la "procrastinación" ha sido parte de mis hábitos de estudio desde hace ya muchos años, esperando normalmente hasta la noche anterior a la fecha límite para empezar a redactar página tras página del material requerido. Por supuesto siempre terminaba a tiempo, aunque siempre en esas fechas pasé la noche en vela redactando y cambiando constantemente los discos de música a la que ni siquiera le ponía atención, pues simplemente me percataba de que el disco ya había terminado. Todo esto de dejar la redacción de los trabajos escritos para el último instante no dejaba de generar cierto cargo de conciencia, sin embargo en el curso anterior escuché un comentario que se deshizo casi que completamente de ese cargo de conciencia.

Muchas veces es necesario que alguien lo haga a uno notar algo que es evidente, y en este caso fue la profesora Inger Lindstedt. En el curso que llevé con ella a la hora de que nos asignó el trabajo escrito ella nos dijo que de una vez íbamos a empezar a trabajar al salir de la clase ese mismo día, claro... no porque fuésemos precisamente a empezar a escribir o incluso a consultar bibliografía extra, sino porque de una vez íbamos a tener en mente las preguntas del trabajo, y de alguna forma en algún momento del día íbamos a razonar aunque fuese un poco acerca de lo que íbamos a responder. Claro! Si gran parte del trabajo escrito yace en el trabajo mental, puesto que la asignación está ya invadiendo el cerebro tal y como un virus! Cómo no se me había ocurrido antes que esa etapa se podía considerar como trabajo? El último par de trabajos escritos igual los he redactado la noche anterior, como de costumbre, pero sin el cargo de conciencia. Reflexionando un poco me doy cuenta que no pasó ni un sólo día en el que no dedicara tiempo en la mente a generar al menos un par de ideas para incluír en el texto final de los trabajos.

Lo gracioso es que hace un par de días estaba acostado en mi cama, con las cobijas encima y con los ojos cerrados, pero no es que estuviese durmiendo. Simplemente estaba terminando de producir las ideas que posteriormente iba a ordenar y redactar. Claro... quién me hubiese creído que en realidad estaba trabajando en ese preciso momento? Dicho sea de paso, es una forma muy recomendable para trabajar. Si en mi futuro profesional me veo en la necesidad de utilizar una oficina, probablemente haga lo posible para instalar una cama o una hamaca. Ambas son mucho más inspiradoras que un escritorio.

Por cierto... dejar el proceso de redacción para última hora le pone un poco de emoción a la vida, además que muchas veces es increíble lo que uno puede hacer trabajando bajo presión.