Usualmente la imagen de un compositor de música "clásica" se ve adornada con ciertas excentricidades, aunque siempre dicho compositor es visto como una persona seria, centrada y enfocada en su labor como artista. Y por qué no, muchas veces se considera a los músicos y compositores de conservatorio como gente hmm... aburrida. Sin embargo siempre hay excepeciones, como por ejemplo el compositor sueco Karl-Erik Welin (1934-1992), cuyas excentricidades y vida personal son dignas de una estrella de rock.
Welin repetía la frase "Jag är Konstverket" (
Yo soy La Obra de Arte) Y no era para menos, pues aparte de su virtuosidad tanto en el piano como en el órgano, sus ejecuciones lograban capturar increíblemente la atención del público. Sus improvisaciones no sólamente eran musicales, sino que también solían incluír fascinantes monólogos improvisados generalmente de corte poético, aunque también de corte prosaico.
Durante los años 60 particularmente fue una de las figuras más importantes dentro del
avant-garde, sin embargo la presentación por la cual se hizo famoso fue durante una interpretación de una pieza de Knut Wiggen en 1964, donde el pianista debía
destruir un piano vertical, con el propósito de simbolizar la decadencia de la clase media tratando al instrumento como a un mueble. La destrucción del piano consistía en dos partes:
a. Tirar una bomba dentro del pianob. Atacar los restos de la explosión con una motosierra. Como es de imaginarse, no hubo ensayos previos para tan
arriesgada interpretación. Al atacar los restos con la motosierra, Welin no contó con que la motosierra iba a rebotar contra una pieza metálica entre los restos
, serrando así su propia pierna. Afortunadamente su pierna pudo ser salvada. La presentación, como era de esperarse en este caso tan poco común, terminó acaparando primeras planas.
Aparte del anterior episodio, Welin era sumamente abierto con respecto a su
autodestructivo estilo de vida, que incluía el abuso serio pero esporádico de distintas sustancias. Según él,
si uno revela todo acerca de sí mismo, tanto positivo como negativo, nadie puede hacerle daño pues no existen secretos por revelar. Debido al gran apego a su autodestructivo estilo de vida, Welin suponía que no iba a vivir más allá de los 40 años, sin embargo murió a la edad de 58 años.